PLAYAS DEL MORRO


PLAYAS DEL MORRO

















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El sitio más turístico de Tumaco se encuentra en la isla del Morro, unido por un puente de paroximadamente 350 mts de longitud que une las islas de la viciosa y la del morro, a unos 10 minutos desde el centro de la ciudad en automovil o en lancha desde cualquier embarcadero dentro de la ciudad se llega igualmente.

Dentro de esta isla están las más hermosas playas del pacifico colombiano y lo que es mejor es que están dentro de la ciudad misma, con su línea de hoteles y bares a la orilla de la playa, promete grandes satisfacciones turísticas y ecológicas en la región, propicias para el descanso, las vacaciones, el buceo marino y las largas caminatas a lo largo de la playa como medio de distracción y recogimiento.

El Morro, donde hoy están los muelles y el aeropuerto de Tumaco, fue, según una hipótesis actual, importante foco de expansión de esta sociedad, que se extendió por la costa ecuatoriana y colombiana desde el río Esmeraldas, al sur, hasta la bahía de Buenaventura, en el norte. Los sitios de Inguapí, La Catedral y La Magnolia, en la llanura aluvial, con sus concentraciones de montículos, áreas de vivienda y campos de cultivo, son testimonio de la complejidad que alcanzó allí el mundo prehispánico. El centro ceremonial y funerario habría estado en la isla de La Tolita, en el estuario del río Santiago, Ecuador.

Las fechas más antiguas obtenidas hasta hoy ubican los orígenes de esta sociedad entre los años 500 y 300 a.C. Alrededor del 300 de nuestra era se pierden sus rastros. Quizás le puso fin un terremoto seguido por un maremoto de consecuencias catastróficas, o un calamitoso fenómeno de El Niño, según las teorías más dramáticas. Hacia el 450 se habrían iniciado nuevas ocupaciones centradas en la isla del Morro.
La Tolita y Tumaco distan entre sí unos 100 kilómetros, y es mucho más fácil llegar de una a otra isla por mar que por tierra, y de ahí la hipótesis de que se trataba de un pueblo de navegantes experimentados y buenos pescadores. Numerosas pesas para redes, anzuelos de oro y variadas representaciones de peces en cerámica, entre ellas ralladores de diversas formas, dan testimonio de su aprovechamiento intensivo de un recurso cuya abundancia y variedad admiró a los cronistas.

Se admiran hoy los arqueólogos por la forma en que aquellos pobladores prehispánicos se adaptaron al medio y lograron sostener mediante la agricultura a poblaciones al parecer numerosas. Quedan aún en tierra firme vestigios de largos canales de drenaje y camellones de cultivo donde posiblemente se sembraba maíz. Cerca de estas áreas de labor están los placeres, o depósitos de oro aluvial, y allí debían estar también sus habitaciones. No queda nada de ellas, pero algunas piezas de cerámica tienen la forma de casas con techumbre a dos aguas y apoyadas sobre plataformas, posiblemente montículos de tierra y arcilla conocidos hoy con el nombre de "tolas".

La cerámica ciertamente dice algo sobre el modo de vida de los indígenas de Tumaco-La Tolita. Pero también dice mucho sobre la visión artística y la notable destreza de sus artífices. El realismo de la representación pone de manifiesto la observación atenta y el estudio de las formas y el comportamiento de los seres naturales. Abundan las figuras de animales, entre ellos tiburones y otros peces, tortugas, caimanes, babillas, iguanas, aves de muchas especies, armadillos, y sobre todo perros de monte. Pero también hay monstruos de pavorosas fauces, y seres híbridos, en parte humanos y en parte animales, imaginarios pero tan convincentes que parecen parte del mundo visible. Las figuras de hombres y mujeres, inconfundibles en su estilo, muestran a veces rasgos individualizados, como si se tratara de personas reales, muchas con el cráneo deliberadamente deformado, otras con defectos físicos o enfermedades. Hay también máscaras de inquietante expresión, lograda con el mínimo de elementos.

FUENTE:Playas Del Morro

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